"Pienso
estos días algo que siempre ha estado ahí. Para tener acceso a
cualquier realidad de nuestro mundo se requiere algún tipo de actitud o
esfuerzo, de disposición o intención. La palabra exacta ahora mismo me
da un poco igual. Pero pensar que alguien puede acceder al mundo de las
matemáticas (complejas) sin relación, y que esa relación no conlleva
indiscutiblemente un tipo de esfuerzo es poco menos que ridículo.
Cualquier ciencia, cada vez más específica y detallada es así. Cualquier
conocimiento, el que sea, es una especie de adentrarse. Y hoy, que
hemos complicado tanto el tema, ni te cuento.
La
amistad, si no hay esfuerzo de algún tipo en ella, no es amistad. Será
una relación que fluye, pero todavía no se ha puesto a prueba. Me parece
evidente, casi apodícticamente, que alguien no conoce nada sobre la
amistad después de leer un buen libro sobre ella. Cuando lo lea,
entenderá aquello en lo que anda involucrado directamente. La primera
lectura de algo, el primer contacto con algo es siempre sin distancia
ninguna. Esa falta de distancia es un egoísmo casi innato, del que sólo
cura una especie de mirada a la realidad que ya sabe que ignora muchas
cosas.
Dios,
lo mismo. Que alguien hable de Dios por las ideas que fluyen en el
ambiente es lo que se ha llamado, casi desde siempre, blasfemia. No me
pongo duro, no quiero serlo. Es que hablan sin saber, sin conocer, sin
relación alguna. Dios, para ser conocido, también requiere una
disposición, relación y profundización. Quien ha iniciado, decimos, un
camino espiritual sabe de qué hablo. Pero comentar sin haber hecho este
esfuerzo es como ponerse a hablar de cotangentes o de la teoría de la
relatividad después de haber visto un vídeo de YouTube. Supongo que a
cualquier persona especializada en algo le ha dado una cierta alergia al
ver cómo se trataba su campo en los medios de comunicación o en el
ambiente. La fortuna es que muchos hoy, cuando dicen de qué va lo suyo,
son escuchados y preguntados con atención, aunque las respuestas sigan
siendo comprendidas débilmente; otros no tienen siquiera esa
oportunidad, porque todos creen saber sobre lo que ignoran y en lo que
no han puesto ni un ápice por entenderlo.
Dicho
sea de paso, creo que lo mismo ocurre con todas las realidades
humanamente abstractas y concretas, como puedan ser la felicidad, la
justicia y el bien, la libertad o el amor. Muchos saben, pero no más
allá de dos minutos. Sin embargo viven, alegremente, ignorando que
ignoran, sin preguntarse demasiado para no complicarse la vida que ya
es, de suyo, muy compleja gracias a la necesidad de dinero, prestigio,
apariencia, relevancia y todas esas cosas.
La
escuela en ningún aspecto de la vida puede servir auténticamente a la
sociedad si los adultos no se interrogan también sobre ello, si no
desean que los más pequeños o los jóvenes se interesen por ser, de
verdad, mejores en todos los aspectos que ellos mismos". Joseferjuan
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