COMENZAMOS UNA NUEVA DINAMIZACIÓN DE CONTENIDOS. IREMOS PUBLICANDO DIFERENTES REFLEXIONES FACILITADAS POR NUESTRO COMPAÑERO TONI SALAS PERTENECIENTES AL CARDENAL RAVASI. ALGUNAS DE ELLAS PUBLICADAS HACE YA VARIOS AÑOS.
¡PAZ y BIEN!
"Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar".
Duras en su verdad son estas palabras de Martin Niemöller, que en mayo de 1934 estuvo, junto con Dietrich Bonhöffer y Karl Barth, entre los fundadores de la Iglesia Confesante –Bekennende Kirche–, grupo de dos mil pastores evangélicos alemanes que públicamente declararon su aversión al nazismo, sus teorías y opciones políticas y se alinearon en favor y en defensa de los judíos perseguidos. La suya es una lección siempre válida y asesta un duro golpe al pecado, a menudo agazapado, del «pilatismo», de la omisión, del mirar hacia otro lado para defender la propia vida tranquila o los intereses personales. Tenía razón, pese a lo paradójico de la frase, Pasolini cuando en Umiliato e offeso declaraba:
«Lo sabía, pecar no significa hacer el mal; no hacer el bien, es lo que pecar
significa». Cuántas veces optamos por callar, por ignorar, por desentendernos, por cuidar nuestras actuaciones, mientras a nuestro lado se perpetran injusticias, se consuman vergüenzas y se proclaman falsedades. Es verdad, las ventajas de este desinterés –como el de todas las excusas esgrimidas- son múltiples, sobre todo para quien tiene claro el objetivo de su carrera, del éxito, de la respetabilidad. Cristo se situó en las antípodas de esa opción y con coherencia y coraje se encaminó hasta el desenlace final, sin ignorar, callar, encerrarse en sí mismo. A diferencia de aquel sacerdote de la parábola que ante aquel desgraciado «se desvió y pasó de largo» (Lc 10, 31).
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