viernes, 4 de noviembre de 2016

Sencillamente



Nuestro deber consiste en mirar el mundo y verlo en su integridad. Conviene vivir más sencillamente para permitir que los otros puedan, sencillamente, vivir.


Quien daba este consejo era Ernst Friedrich Schumacher (1911- 1977), economista y experto en nuevas tecnologías. Mirar el mundo en su globalidad es actualmente una necesidad, que no significa casarse ingenuamente con todas las teorías sobre la globalización, pues a menudo son en realidad una opción unilateral hecha desde el punto de vista de los países más poderosos, más ricos, más productivos. Y aquí se nos presenta otra necesidad, expresada con un sugerente juego de palabras al compás del adverbio «sencillamente». Solo que la realidad implícita en esa frase más que un juego es un drama.

La llamada, por tanto, es seria y se refiere a nosotros, ciudadanos del mundo del bienestar, habitantes de las tierras del derroche, residentes en regiones del exceso y del egoísmo. Si nos decidiéramos finalmente a vivir un poco más sencillamente, permitiríamos a los ciudadanos del mundo de la miseria, a los habitantes de las tierras del hambre, a los residentes en las regiones de la pobreza sencillamente vivir. Nuestra sencillez de vida no solo volvería la atmósfera más respirable, sino que también dejaría vivir a una muchedumbre de hombres, mujeres y niños actualmente condenada a morir. 
Más que lanzarnos a proyectos faraónicos o despilfarros colosales de bienes, tratemos de avanzar por el camino de una grandeza más noble, la del alma y la generosidad. Grandeza que lleva a la esencia genuina de las cosas y por tanto a la verdad, empujándonos a opciones coherentes. El gran místico medieval Meister Eckhart (1260-1327) aconsejaba «a los hombres que no reflexionaran tanto en lo que deben hacer, sino más bien que pensaran en lo que deben ser».

Como aconsejaba el poeta inglés William Wordsword es importante «vivir con sencillez y pensar con grandeza».

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