viernes, 14 de octubre de 2016

El hombre como fin

El hombre como fin. (Cardenal Ravasi)


Actúa en el trato con la humanidad, la tuya y la de toda otra persona, siempre como un fin y nunca como un medio.

Fue uno de los más grandes pensadores del moderno Occidente, Immanuel Kant (1724-1804). No es fácil la lectura de sus escritos, aunque algunas frases suyas se han hecho célebres. ¿Quién no recuerda aquella: «El cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí»? Está en su libro Crítica de la razón práctica (1785), y es un aviso siempre valioso, básico para el respeto de la dignidad de cada persona. Es verdad que de manera descarada nadie quiere hoy reducir a esclavo al otro, considerándolo como puro instrumento de trabajo o pura mercancía. Esto parece cosa de un pasado ya enterrado. Pero lamentablemente solo es una declaración de intenciones y no una opción operativa en nuestros tiempos. Y no solo porque todavía haya multitud de mujeres del Oriente europeo o de África esclavizadas en el campo y la ciudad; quizá sean precisamente quienes se declaran pomposamente cristianos los que favorecen y alimentan esta esclavitud, como lo hacían en otro tiempo los señorones y los ricos terratenientes. Hay otro camino más solapado para reducir a la persona humana a la esclavitud y es la de condicionar su mente, su conducta, sus opciones, reduciéndola así a puro consumidor o a alguien a quien se pueda manipular según los propios intereses. Hay que estar siempre en guardia y repetir la advertencia de Kant a todos, desde los políticos, los responsables de la comunicación, los poderosos de aquí y de allá, hasta quien sienta la tentación de abusar del prójimo que tiene al lado.

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