La tarea de las
religiones es recordar a los seres humanos lo eterno en lo temporal. La mayoría
de las personas está lejos de tener a Dios como su meta última. Demasiados
buscan su felicidad en proyecciones sobre cosas temporales. Están poseídos por
la idea de que la carrera, las posesiones, las vacaciones y la sexualidad son
capaces de dar sentido a la vida. Las religiones
nos hacen saber que lo divino, lo eterno, forma parte de la persona, es el
centro más íntimo de la existencia humana.
Las religiones
han sido y seguirán siendo, las que nos recuerdan esto una y otra vez. Por muy
imperfectos que sean sus representantes y seguidores, nuestras religiones
siguen siendo el dedo que apunta a Dios.
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