PENSANDO EN EL PRINCIPIO DE CURSO.
Los
errores, como pajas, flotan sobre la superficie; quien busca perlas debe
sumergirse en lo profundo.
Quizá
la frase la vea representada simbólicamente ante sus ojos quien disfrute del
último domingo de vacaciones. La idea es clara y no precisa de muchas
aclaraciones. Desgraciadamente es mucho más fácil recoger las pajas que las
perlas y la biografía de cada uno confirma esta obvia reflexión. No obstante,
quiero fijarme, precisamente, en la perla que se conquista con esfuerzo. Lo que
en nuestros días no es nada frecuente es el esfuerzo duro y constante por
evitar los errores. Nos dejamos arrastrar un poco inconscientemente a la
deriva, convencidos de que los errores luego no tienen mucha importancia. Así,
al final, las pajas ofuscan la dignidad de la persona. En cambio, la honradez
es fatigosa, se conquista con la práctica, yendo a contracorriente de la
costumbre y del “todos los hacen”, precisamente como el pescador de perlas, que
tiene que ir en contra de las leyes de la gravedad para obtener su tesoro. El
primer nivel de esta educación de la conciencia lo recordaba Gandhi: «Está bien
confesar los errores propios porque así nos volvemos más fuertes». Pero, luego,
queda un largo ejercicio de conquista de la virtud, del dominio de sí, de
formación del carácter. Solo así, al final, se descubre la alegría de la
justicia y de la verdad. (Ravasi)
(All for Love John Dryden. Poeta ingles.1678).
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