La prioridad es reflexionar sobre la calidad y eficacia de las actividades formativas, en sus diferentes modalidades, que estamos ofreciendo a los profesores con el objetivo de cambiar su diseño metodológico y asegurar su impacto en el aula. Para ello, se presentan a continuación 9 ideas clave:
1. Los contenidos de las actividades formativas deben de ser una herramienta para aprender y no una finalidad en sí mismos. Una de las propuestas de la Comisión Europea sobre las competencias profesionales docentes se refiere al conocimiento de la materia impartida y su didáctica, lo que implica un profundo conocimiento de su contenido y de su estructura. Es evidente que los contenidos no son suficientes si no llevan asociados un plan de actividades, que lleven a un trabajo final de aplicación directa de los contenidos aprendidos en el aula. Es decir, deben desarrollar las competencias profesionales docentes, que son combinaciones complejas de conocimientos, habilidades, perspectivas, valores y actitudes; que ayudan a realizar las tareas de la función docente de forma efectiva, alcanzando los resultados deseados; y eficiente , optimizando recursos y esfuerzos.
2. Las actividades formativas deben facilitar a los profesores el desarrollo y evaluación de las competencias clave de los alumnos. La recomendación 2006/962/EC, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 18 de diciembre de 2006 considera que “las competencias clave son aquellas que todas las personas precisan para su realización y desarrollo personal, así como para la ciudadanía activa, la inclusión social y el empleo.”
3. No menos importante es la integración de los medios digitales en las actividades formativas, asegurando así el desarrollo de la competencia digital docente del profesorado. Estamos inmersos en una sociedad digital, por tanto esta competencia docente es ya una exigencia.
4. Las actividades formativas deben facilitar la creación de comunidades de práctica para que los profesores colaboren y trabajen juntos. No podemos seguir orientando las actividades formativas al profesor individual, hay que ampliar el objetivo a equipos de profesores para que se generen proyectos de innovación educativa en los centros y exista un movimiento transformador.
5. Otra inquietud tiene que ver con las modalidades de las actividades formativas. Hasta ahora las modalidades de formación han sido: cursos presenciales, cursos en línea, seminarios y proyectos de formación en centros, las dos primeras modalidades se han centrado más en la formación individual del profesor y los seminarios y proyectos de formación los hacen grupos de profesores del mismo centro educativo. Para desarrollar la competencia digital de los docentes, facilitar la creación de comunidades virtuales de práctica y la creación de recursos educativos abiertos, es necesario incluir nuevas modalidades de formación.
6. Todos las modalidades de formación deben tener una parte en línea y todos los cursos en línea una parte presencial. Los cursos semipresenciales son una modalidad de formación donde al menos un 30% de la actividad se desarrolla en un espacio virtual, esta modalidad permite la metodología “Flipped Clasroom” para que los profesores trabajen en la parte presencial el plan de actividades, facilitadas por el ponente, con los contenidos alojados en un espacio virtual. Los seminarios y los proyectos de formación para la innovación en los centros educativostambién deberían disponer de un espacio virtual propio.
7. Las actividades de aprendizaje social en red, los entornos de aprendizaje personal (PLE) y los cursos masivos abiertos en línea (MOOC) son modalidades de formación en las que deben participar los profesores, porque ofrecen posibilidades novedosas de formación, colaboración y desarrollo profesional, asociadas a la puesta en común de experiencias y recursos educativos mediante el uso de las plataformas digitales que lo faciliten. Es necesario aprender a trabajar en nuevos espacios virtuales y saber manejar las redes sociales como potente herramienta de comunicación y colaboración.
8. Hay que introducir cambios en los modelos educativos vigentes para mejorar. Si no hay preguntas y crítica sobre lo que se viene haciendo, no existirá cambio, ni mejora y mucho menos innovación. La innovación tiene que ser sistémica: poco pero todos. La innovación surge cuando hay una necesidad y profesores que aceptan el reto de cambiar las cosas, no es una actividad puntual sino un proceso que afecta a todos. Innovar en educación es situar al alumno como protagonista. Aprendizaje centrado en el alumno, aprendizaje auténtico y aprendizaje personalizado.
9. Si queremos innovar cambiando el rol del profesor con un modelo de enseñanza centrado en el alumno y utilizando metodologías activas para el desarrollo de las competencias clave, necesitamos nuevos recursos educativos más innovadores que permitan la personalización del aprendizaje. Tenemos que ofrecer al profesor estos recursos educativos innovadores que les permita transformar su centro educativo.
Autor: José Cuerva Moreno, miembro de la asociación Educación Abierta.
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